Como dos hombres rompieron la tranquilidad de un pueblo
Años
atrás Truman Capote empezó a escribir "A Sangre Fría", la historia de
dos asesinos de lo cotidiano. En una pequeña ciudad en Kansas, Estados Unidos,
una familia vivía los últimos días de su vida. Dick Hickock y Perry Smith entraron
a la casa de los Cuttler a la fuerza. Amarraron a la familia y luego de no
encontrar el dinero prometido empezaron a asesinarlos uno por uno en diferentes
lugares de la casa. Los esposos y sus dos hijos fueron hallados muertos al día
siguiente por una amiga de su hija. Que horrible sensación encontrar cuerpos
sin vida. Los asesinos ya estaban lejos del lugar.
Truman
Capote, un periodista y escritor, muy famoso en la época. Encontró en un
periódico el hecho. Narrado como toda noticia, con los datos importantes que se
encontraron. Inmediatamente se sintió intrigado por este y decidió
investigarlo. Necesitaba encontrar muchísima información y requeriría ayuda. Llamó
entonces a su mejor amiga, la escritora Harper Lee. Viajaron hasta el pueblo de
Holcomb. Sin lugar a dudas, un pueblito rural donde no pasaba nada. Han oído
alguna vez de esa frase... estancado en el tiempo. Pues así se quedó esta comunidad
con los sucesos de aquella noche en 1959. Una horrorosa tragedia de la cual
nadie quería hablar. Capote y Lee se las vieron negras para poder conseguir
información, pues gracias a lo extravagante de la vestimenta de Capote, la gente
lo veía como extranjero. Para una comunidad sumergida en el templo de Dios, era
muy difícil concebir esta clase de maldad.
Después
de varios maromas, Capote y Lee empezaron con la investigación. Poco a poco
ganándose la confianza de los integrantes de Holcomb. Incluso del jefe de
policía, quién se convierte en un gran admirador de las obras de Capote. Con
estos nuevos aliados, pueden avanzar con la crónica dándose cuenta de que la
historia podía convertirse en libro. Desde el primero momento Capote aclaró que
está sería su mejor obra hasta el momento. Pero él quería ir más allá de recopilar
datos y fotos. Necesitaba encontrarse cara a cara con la maldad.
Como
es conocido, cuando un periodista quiere algo se va a valer de todos los
favores y conocidos que encuentre para conseguirlo. Así fue como logró
encontrarse con los asesinos cara a cara luego de que fueran capturados en Las
Vegas. Gracias a un convicto que los traicionó pudieron determinar quiénes eran
los culpables del horror. Y Capote pudo encontrar la oportunidad para entablar
el primer contacto.
Pasaban
las horas y los días entre las conversaciones que tenían Capote y Smith. Lo que
quería el escritor era ganarse la confianza de los asesinos para conocer la
verdad que aún era imprecisa. Mientras escribía el libro y se jactaba de lo
bien que iba la historia. Capote y Smith empezaron a entablar una relación más
cercanas. Incluso se encariñaron el uno con el otro. Ahora lo que necesitaba
Capote era tiempo, pues se les había condenado a pena de muerte.
Con
el tiempo en su contra, Capote contrató un abogado que los ayudaría a apelar la
sentencia. Luego de dos apelaciones, no lograron salir invictos de la pena de
muerte. Cuando Capote se dio cuenta de su encariñamiento, intentó huir para
terminar el libro objetivamente. Pero Smith desde su celda aún le escribía
cartas. En el extranjero y luego de un año de no ver a los asesinos, lo visita
Harper llevándole una carta. Les queda muy poco tiempo de vida, y necesitaba
hablar con él. Aún no tenía el final del libro, no conocía la historia macabra.
De
regreso en los Estados Unidos, Capote visita molesto a Smith y le da un ultimátum.
Quería saber toda la verdad de esa noche y no regresaría hasta que esté
dispuesto a decírsela. Poco después Smith lo cita y le cuenta con exactitud de
detalle lo que sucedió esa noche. Lo que Capote no se imaginaba, es que el
mismo asesino de toda la familia le estuviera contando cómo se sintió al
hacerlo. Con este relato él podría terminar el libro. Pero su relación con los
convictos no terminaría ahí.
Luego
de alejarse por un largo tiempo, y abrumado por la historia que debía contar.
La noche de la pena de muerte llegó. El teléfono de su habitación de hotel
sonaba y sonaba pero Capote se negaba a contestar. Cuando le pusieron el
celular al oído, era Harper contándole la última carta de Smith. Decidió
asistir a la cárcel para despedirse. Capote estaba destrozado, como cuando
pierdes algo, la carga psicológica de la historia lo había consumido. Entre
llanto, se despidieron los amigos. Y Capote asistió a la ejecución de Hickock y
Smith concluyendo el último capítulo de la historia. El libro que mostraba la
historia de la muerte y la vida fue muy aclamado. Truman Capote jamás olvidó a
su amigo Perry Smith.